Se desprendió casi de forma burlona y rodó acariciando su mejilla hasta caer en el escote alterado.
Un mar frío y salado se engendraba sobre la curvatura de sus pechos, siguió la ruta céntrica hasta su pelvis y rozó la piel del otro comensal.
Se veían con ojos entre cerrados; se llamaban con vocales inexistentes cualquiera sea la fonética.
De pronto la piel comenzó a ser pelaje; las manos garras y las miradas un elixir.
sensual/salvaje
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