22 nov 2009

Martes

Todos los martes a las 2 de la tarde en punto, cargo mi agenda, los libros, guardo los lentes en el estuche, el celular, las lapiceras, coloco todo aquello en el morral que le robé a papá veranos atrás y que, aunque luce cómodo mientras choca mi pierna al caminar..por dentro es una laguna de boletos de colectivo, monedas, y goma espuma.

Apago casi todas las luces…dejo sólo dos o tres que siempre son de colores distintos.
Guardo las plantas y mirando hacia los costados, cierro con llave, verifico y me voy.

Camino rumbo a casa.

La calles siempre son las mimas, Río de Janeiro, Lambaré, y Corrientes.
No es que viva cerca, no es el único camino, tampoco es el mas corto, es que hay un motivo por el cual esas calles se repiten cada Martes o cada vez que puedo pasar por ahí.

No hace falta acelerar para no encontrarte, sin embargo ahí esta..tu puerta, rejas con vidrio al estilo antiguo y un escalón que forma el umbral; y en ese momento, en donde rozar es solo paraíso y pasar es la magia que guarda en cada espacio de esa puerta tu aroma: una mezcla de vergel con ropa limpia, sol…

Y aunque no pueda verte, no porque te escondas, no porque no quieras, visualizo tu figura en ojos cerrados y escapa de mi un suspiro.

1 comentario:

Los anfibios dicen que: