30 mar 2011

2 en 1

Miraba a Ramírez con cierta complicidad.
Desde el rincón, tomó coraje y se lanzó cual clavado en pileta olímpica.
Lo vi venir y caminé más ligero, pensé que iba a darse cuenta de mi decisión. Sentí el ruido de sus tacos, me deleitaba, clap clap clap, podría oírlo toda una tarde sin mero agotamiento.
Avisté la escalera, me detuve, di medio giro, eso lo dejó en seco. No voy a ser condescendiente esta vez, aunque sea un señor, lo visto con escarpines, aunque le moleste va a escucharme.
Se dio vuelta y el ritmo se detuvo.

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